miércoles, 13 de junio de 2012




Quiero recordarnos así siempre, así, como éramos: dos figuras blancas y afiladas en el tedio gris de la multitud.
Recordarnos con ese aire genial y maléfico que trasteaba entre unas sonrisas traidoras y unas miradas curiosas.
Felinos.
Cuyos pies no conocen el suelo. Asidos por las manos como si fueran mármol esculpido.
Siempre pienso en ti de esa manera. Como un largo y duro cuerpo marfileño. Tu cuerpo. Un lugar para vivir y romper.
Que nos recuerden todos como somos, un doblete de seres extravagantes. Un binomio de atracción fatal envuelta en seda.
Dulce condena.
Y que cuenten las historias cómo éramos. Como seríamos. Una historia atemporal y eterna hecha de anécdotas y leyendas a medias verdad y a medias mentira.
Dos piezas de un puzzle invisible.
Dos cortes del mismo patrón.
Dos retales de la misma tela.
Dos noches en vela.
Lo supe en cuanto te vi. En cuanto me viste. Cuando unas palabras mal escogidas predijeron un futuro cierto. Aunque pase el tiempo.
Recuerdo la primera vez que nos vimos como si existiera. Dos humaredas negras meciéndose en una danza macabra.
Me has inundado.
Yo siempre pienso en ti.
En cómo eres. En cómo eres en mí.

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